BOLSOS VEGANOS, EN BUSCA DEL COLOR

Hace poco, después de leer una entrevista a Carme Chaparro, que en su nueva novela (La química del odio) habla de los “colores de la muerte”, recordé la historia de un conocido que se había intoxicado haciendo soldaditos de plomo.

Sabía que algunos colores, por su composición, resultaban tóxicos pero no imaginaba la cantidad de personas que habían muerto por ello. La búsqueda de la pureza en el color y el logro de matices extraordinarios llevó a utilizar las más increíbles materias: desde un pigmento extraído de un insecto (cochinillas) hasta otro elaborado a partir de la orina de vaca alimentada sólo con hojas de mango, una total contraindicación para incorporar a nuestros bolsos veganos.

Las sombras, tan difíciles de conseguir por los artistas, encontraron su mejor técnica en el pigmento extraído del polvo de momias secadas al sol o, incluso, su versión falsificada: de esclavos o convictos momificados y vendidos pulverizados para obtener el preciado tono. Se cree que los maravillosos marrones de La libertad guiando al pueblo de Delacroix se consiguieron con este curioso pigmento.

Al entrar en contacto con un color determinado, éste se sincroniza de inmediato con el espíritu humano, produciendo un efecto decidido e importante en el estado de ánimo. Johann Wolfgang von Goethe

En la naturaleza, la luz crea el color. En la pintura, el color crea la luz. Hans Hofmann

Otro gran color mortífero era el verde que se conseguía disolviendo cardenillo en arsénico: un verde esmeralda que fascinó a los impresionistas como Degas, con sus bailarinas en verde y amarillo. Este verde, fácil y barato de obtener, se utilizó, como tono de moda para pintar las paredes de miles de hogares. No se puede calcular cuántas familias enfermaron y murieron por ello. La Reina Isabel tuvo que retirarlo de las paredes del Palacio de Buckingham. La víctima más ilustre de este color fue Napoleón Bonaparte.

Ya en el siglo IV los griegos obtuvieron un blanco de gran pureza a partir del plomo que se utilizó en todo el mundo hasta  ¡el siglo XIX!. Cuando los pintores manipulaban los pigmentos o sujetaban los pinceles con la boca (gesto habitual al pintar un lienzo) se intoxicaban sin remedio. Se cree que muchos pintores padecieron saturnismo, desde la sordera de Goya (que logró, entre otros, la maravillosa transparencia del vestido blanco de la Condesa de Chinchón) hasta la locura de Van Ghog con sus maravillosos amarillos (a menudo con compuestos de bario o azufre).

Con estos datos nos surge la necesidad de obtener toda la información sobre el tipo de pigmentos que utilizamos en nuestros bolsos veganos. Muchos de los pigmentos que encontramos en el mercado son de origen animal y en nuestro afán de ofrecer moda 100% vegana podríamos caer en una trampa.
Por esta es la razón, en Kimu seleccionamos cuidadosamente cada una de las telas y colores con los que confeccionamos nuestros bolsos veganos, y así poder ofrecerte un producto auténtico, hecho a mano y que respeta la naturaleza y el bienestar animal.

Una mañana, a uno de nosotros se le terminó el negro, y ese fue el nacimiento del Impresionismo. Pierre-Auguste Renoir

Puede ser exagerado prescindir absolutamente de la química para crear arte, pero buscar los materiales naturales es, hoy en día, una necesidad. En moda, los tejidos en contacto con la piel siguen llevando tóxicos peligrosos para las personas y para el medio. Buscar lo ecológico, natural y sostenible se vuelve casi imprescindible.

Y es que uno de mis objetivos más próximos es encontrar la manera de teñir el algodón orgánico (de los futuros bolsos Kimu) de la forma más respetuosa con el medio ambiente que no nos expongan a los químicos agresivos de los tintes artificiales, pero esta es una búsqueda que llevará mi tiempo, pero quien la sigue… ¡la consigue! Otro día os cuento más sobre los nuevos futuros tejidos de Kimu, los tejidos reciclados.

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